Josefina Bonaparte, ¡la primera trendsetter amante de los chales!

josefina bonaparte pashminas

El gusto de Europa por los chales de Cachemira no es nada reciente, de hecho os contaremos quién fue la ‘trendsetter’ que contagió a todo el continente de su adoración por ellos, casi 200 años atrás.

“Tengo mis dudas que esta moda vaya a durar”, le escribió con decepción la Emperatriz Josephine de Beauharnais de Francia (1763-1814) a su hijo al recibir por primera vez una pashmina de Cachemira. Fue un regalo de su marido Napoleón Bonaparte, cuyas tropas estuvieron estacionadas en Egipto entre 1798 y 1801. La pashmina había viajado des del principado de Cachemira, en el norte de la India, pasando por Irán hasta llegar a Egipto, donde Napoleón la descubrió y decidió que era el regalo perfecto para su querida emperatriz.

La ‘fashion trendsetter’ por excelencia del neoclasicismo no se quedó corta en añadir en su descripción que le parecía “fea y muy cara, pero ligera y caliente”… pero sus gustos serían otros, dos o tres años más tarde: llegaría a gastarse hasta 20,000 francos de oro en un solo chal, ¡lo que significaría hoy en día unos 80.000€! En poco tiempo llegó a coleccionar más de 400 chales y hasta se hizo vestidos, fundas de cojín y sábanas con ellos.

En esta época las pashminas más conocidas eran los chales de cashmere o de cachemiros, haciendo alusión a los típicos diseños almendrados que se pueden ver en nuestra colección.

¿Qué fue lo que le hizo cambiar de idea a Josefina Bonaparte? A principios del siglo XIX el vestido chemise, una prenda de algodón o lino, generalmente blanca, casi transparente y de cintura alta, similar a las túnicas de las antiguas estatuas griegas o romanas, se puso muy de moda. Los chales de Cachemira, con forma rectangular alargada tanto lisos como con bordados en los extremos laterales aportaban el toque de color y contraste a la simplicidad de esos vestidos. También ayudaban a soportar el frío y, según los cánones de belleza de la época, echadas sobre el abdomen estando tumbadas o recostadas, favorecían el tipo.

Poco después de su llegada a Francia en el s.XVIII, las pashminas crearon furor en toda Europa y más allá. En los retratos de la época, las mujeres de clase alta posaban con sus chales de Cachemira en sus retratos. Considerado un privilegio de la mujer casada, se convirtieron en una pieza indispensable de todo ajuar de boda que se preciara… incluso algunas mujeres desesperadas, intentaban persuadir a sus maridos o pretendientes para que les regalaran una, con la excusa que sólo un chal de cachemira podría demostrar el amor que sentían por ellas.

Para responder a las demandas del creciente mercado europeo, los artesanos cachemiríes tuvieron que inventar nuevas técnicas para tejer los chales más rápidamente. Al mismo tiempo, cambios de dinastía política en Cachemira influenciaron la creación de los estilos Colección Ari y Sozni, que bordaban el diseño en el chal en lugar de tejerlo.

En Francia y Escocia, algunos empresarios industrializaron el proceso creando chales similares pero de menor calidad. El chal se popularizó y pasó a ser mainstream, haciéndose ya accesible a todas las clases sociales. Desgraciadamente, ello conllevo el principio del declive de esa edad dorada de los chales de pashmina: los artesanos de Cachemira ya no podían competir con los precios de los chales europeos, significando la caída de la industria del chal en Cachemira.

No obstante, a lo largo de tantísimos siglos, y aún en la actualidad los chales de pashmina siguen produciéndose a mano, con tintados naturales y conservando toda la magia y calidad que encandiló a Josefina Bonaparte. Desde el 2011 Kashmir Shawl Atelier los escoge cuidadosamente, tratando directamente con los artesanos, para que el esplendor del shawl (o chal) siga su fulgurante ascenso: hay chales para todos los gustos, ¡encuentra el tuyo en www.kashmirpashminas.com!


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