Nagrai y Heemal
Cachemira está repleta de leyendas y folklore. Una de sus historias más conocidas es “Heemal y Nagrai”, una historia de amor que pervive a través de la memoria de sus habitantes. Esta historia ocurrió hace muchos años, cuando el antiguo valle de Satisar estaba gobernado por el amor y la piedad y habitaba en sus inframundos el rey de las serpientes Nagrai, un ser de complejidad robusta, con ojos hermosos y penetrantes y de corazón justo.
Nagrai tenía muchas reinas serpiente que lo adoraban por su bondad. Un día el Rey Serpiente decidió explorar el mundo superior, del que había escuchado maravillosos relatos e historias y abandonó a las reinas serpiente siguiendo su curiosidad e intuición. Mientras caminaba por el prístino valle, repleto de bosques, fuentes, ríos y montañas, encontró a una bella damisela que tenía los ojos grandes y azules, la piel tersa y suave y el cabello largo y sedoso arreglando en dos trenzas que colgaban hasta su cintura. Ambos se enamoraron a primera vista y decidieron casarse y vivir como conyugues en el valle de la paz y la prosperidad.
Vivían una vida repleta de felicidad y su amor era próspero y fluido como los riachuelos que bañan el valle de Satisar. Pero las reinas serpiente no podían soportar el abandono y desazón de ver tal felicidad, así que empezaron a conspirar para romper la relación y confianza que había entre Nagrai y Heemal.
Disfrazadas de campesinas, empujaron a Heemal a cuestionar el verdadero origen e identidad de Nagrai y la instaron a que lo pusiera a prueba. Nagrai vió el juego y entendió que todo era artimaña de las reinas serpiente; intentó disuadir a Heemal y la advirtió de que se arrepentiría del resultado y las consecuencias. Pero ella, tomada por la desconfianza y la duda, siguió queriendo saber y comprobar el origen de su amado así que se hicieron todos los preparativos rituales que mostrarían al mundo si Nagrai era de casta noble.
Tomaron el roble más grande del valle, hicieron en él un profundo oyo y lo rellenaron de leche de vaca; si Nagrai flotaba, quería decir que no era de casta noble, si por lo contrario se hundía, querría decir que pertenecía también a la nobleza. Nagrai siguió el proceso ritual y se introdujo en el baño de leche dejando solo sus ojos a fuera, advirtiendo a Heemal de que se arrepentiría si le hacía hundirse completamente, pues ya ella podía ver que su cuerpo no flotaba. Pero, tomada por la desconfianza, quiso que hundiera también su cabeza y fue entonces cuando las reinas serpientes lo atraparon y lo hicieron de nuevo descender al inframundo.
Nagrai intentó sacarlo, le agarró del cabello con tal fuerza que en sus manos quedaron briznas de su bello pelo, pero no pudo retener a Heemal… lloró desconsoladamente y lo buscó por todos lados, camino todo el valle en busca de su amado. Y mientras caminaba, cayeron de sus manos los cabellos del rey serpiente y, de cada uno de ellos, nació un bosque de pinos, robles y cedros que lleno el valle de una vegetación frondosa y exuberante.
He aquí la triste historia de amor que rompió el corazón del rey de las serpientes y que perdura en el valle a través de los bellos y frondosos bosques que nutren Cachemira. Es por eso que los bosques de este valle se llaman Heewans (Hee de Heemal y wan significa bosque) y sus fuente son llamadas Nag (en honor al rey Nagrai).
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